viernes, 23 de febrero de 2024

Polvo de violetas.

 Desde algún lugar adormecido, escucho llegar

recuerdos que aparecen por el patio trasero, con

un leve aroma a  polvillo de violetas, que cae y

se desparrama sobre fechas olvidadas y nombres

persistentes, aterrizando como piedras que impactan

en el vidrio y un rumor siempre verde que no permite

la amnesia , me devuelve a la infancia tan lejana que

se acerca despiadada al jardín donde jugaba sobre

la hierba mojada.

Y lo que pasó ayer me es totalmente ajeno e intrascendente

mientras que una mañana de julio anciana, escarchada y

penitente, hace crujir mis botas rojas de adolescente.

Como volver al presente?  ignorando los muros donde

se trepaban las hojas verdes de la parra vieja, los olores

tan potentes que brotaban de la tierra y parían como un

vientre.

Como  conjugar esa agonía de vernos morir en cada

tiempo, renaciendo enclenques de tanta ausencia aniquilada

de silencio de esas voces estridentes, ahora tan calladas.

Habrá que aprender a poner el polvillo de violetas en la punta de 

los dedos y soplarlos como pétalos recién nacidos hasta que

se conviertan en cenizas de un fuego ya extinguido.

sábado, 10 de febrero de 2024

LA MODISTA INEXPERTA.

 Ella se enamoró de alguien que reapareció de un pasado remoto. Se enamoró tardíamente cuando creía que esas historias, solo eran posibles entre adolescentes y pensó que era tiempo de cambiar, de calmarse, para ser menos temeraria y ardiente.

Ella se dijo que esta vez, tendría que aprender a coser, con paciencia y dedición, para hacerle  un traje a medida a este amor antiguo que no merecía un ambo chambón de mala confección.

No fue nada facíl la tarea , había que tomar medidas, elegir la tela, los botones y el color, y armarlo sobre el propio cuerpo, porque él del otro  no estaba ahí para posar, y además, a nada de lo que  ella hacía, le daba su aprobación.

Se pinchó más de una vez. a veces con la aguja y otras con un alfiler, incluso lo mancho con una gota de sangre, queriendo y sin querer.

Pero a él no le gustaba, cuando no le tiraba de sisa, la manga se le acortaba, Se quejaba con vehemencia porque no era de su estilo y de espalda le tiraba, no le agradaba el color y cada nueva idea desechaba.

Al final ella ya agotada, de coser y descoser , de planchar y retorcer, arrancó cada puntada con los dientes y las ganas, lo metió en una caja, que dejo muy bien cerrada..

Entonces el se mostró hostil, y su traje reclamaba , diciendo que era ella, la que la tarea de costura abandonaba.

La culpó una y mil veces diciéndole que ese traje era suyo, y aunque no estaba dispuesto a usarlo jamás, no habría nadie que lo amara más.

Ella entendió con dolor que no hay fuerza más dañina, que la de  aquél, que no  sabe ni  puede amar y lastima a quién lo ama,

martes, 30 de enero de 2024

Arrorró conciencia

 Que querrán decir los que dicen, me preguntaba el otro día frente al inquietante espejo, _duermo con la conciencia tranquila?-  Que frase mas idiota puede haber, o más osada y remanida.

 Porque mientras escupía la espuma azul del dentífrico blanqueador de mi boca, con esa imagen leve e intimamente rídicula, que el cristal me devolvía, yo seguía con la pregunta, como si en ello me fuera la vida.

Que es, que quiere decir? quién no tiene y no digo en toda una vida, si no en el día a día , una miseria, una mentira, un olvido o un acto de obscena cobardía, tolerado o concedido?

Solo el niño, creo, que si lo dejan será y hará todo lo que necesita para ser atendido y entendido, con maldad, con pericia, con astucia, gritando a voz en cuello hasta lograr su cometido, peleando a muerte con sus amigos, hermanos o primos, para luego hacer las pases instantáneas , cuando aparece un adulto entrometido.

Solo ellos podrían aplicar esa frase, que desconocen, hasta ser mayores y transformarse en personas politicamente correctas y aburridas.

Para casi todos, el trabajo diario,  de dejar que la vida transcurra  dentro de la fachada que exhibimos ,es suficiente y el plácido sueño llega, porque lavándonos las manos no vemos las manchas en la temida conciencia.

Para ser dignos de este corto plazo que es nuestra existencia, no tendríamos que esforzarnos tanto 

por mostrar tanta cordura.

No hay ni habrá otra oportunidad de vivir un solo día, que no sea el momento presente, no basta con los diez mandamientos, ni con cadenas de oración o prejuicios divinos juzgados en camisón.

Basta con aceptar nuestros propios demonios y dejar volar nuestra imaginación, permitirnos para con otros la compasión y ser despiadados con nosotros si amerita la ocasión.

Es mejor que el sueño llegue tarde o pasar noches en vela, que adormecer la conciencia a la fuerza y subestimarla, como si no fuese nuestra.



Los huesos del alma.

 En estos tiempos de oquedad, tan falsamente iluminada, donde pareciera que el alma

para subsistir tiene que ser vaciada.

Como si fuese la casa de la niñez, cuando nos toca la ardua tarea de ser arqueólogos

de nuestra propia historia, remover la tierra y encontrar huesos intactos y retazos de piel ya 

desangradas.

Podemos hacerlo con maestría y cálculo académico , ser profesionales y meticulosos

en el trabajo de aseo. Pero no podremos evitar que el alma vuelva a sentir y se traslade

a esas tardes invernales, todos reunidos al calor del brasero.

Vaciar el alma de tanto recuerdo, a veces mal parido, que no quiere ni puede ser huido.

Es como encontrar esa foto en  blanco y negro, ya gastada y amarilla, sin sentir ese nudo en

la garganta , y que no nos  tiemblen las rodillas.

Vaciar el alma es como vaciar el hogar sencillo, donde crecimos, y descubrir en los

cajones derruidos, todos esos tesoros que yacían escondidos, el botón de una camisa,

la aguja y el dedal, que cosían  los remiendos y las costuras del impoluto delantal.

Debatirse entre lagrimas , con la pregunta latente, si esto se ha de guardar.

Los muros de esa casa, que solo han sido un hogar cuando tenía alma, de padres, de

hermanos y fiestas de guardar, esas que nos ahogaron o nos dieron alas para volar.

Más cuando llega el día, que nos toca el inventario, ya no la vemos como entonces,

una guirnalda plateada, una tijera oxidada, pueden disparar como un arma con munición

pesada, y seguramente llevaremos las manos entrelazadas al pecho, para protegernos de las

balas que que vacían recuerdos, porque de eso vive el alma, que aunque no puede ser tocada,

es poderosa e inmensa, porque de todo lo que amamos, esta habitada.