miércoles, 3 de abril de 2024

QUE AHÍ SEA!

 Ahí no es, dicen con una liviandad del tamaño de una bolsa de plumas,   

como si se pudiese escapar de uno mismo, de los padres, de los hijos,  

de la muerte y el destino.

Ahí no es, donde no es?, donde no te valoran, donde no te reconocen?

y entonces me digo, depende de quién.

Ahí no es, pero donde está el que si es, ese 

donde no somos ni podemos ser.

Ahí no es, y que hacemos con los sueños y el corazón

del revés?

Plantamos nuestro propio jardín, como decía Borges

y dejamos de esperar que nos regalen flores

Ahí no es

y que hacemos , nos damos por vencidos, huimos 

haciendo como que ahí no fuimos

Ahí no es,

pero donde y quién nos ayuda, cuando lo entendemos

porque para que no sea ahí, donde duele, donde hay

violencia, donde hay desamor, donde ir , cuando quizás

ese es el único ahí que tenemos o queremos.

Ahí no es,

y como se hace cuando nosotros somos

ese ahí, que no debe ser y no tenemos las 

armas para comprender.

Ahí no es

y está muy bien,

que si duele, que si lastima, que si agobia, no 

es ahí.

Aunque a veces, lo único que nos vuelve

a la vida es que AHI SEA!

PALABRAS MAS, PALABRAS MENOS

 Una sola palabra tuya

honesta, coherente, viva

hubiese bastado 

para acallar tanto bullicio infernal.

Una sola palabra, que salga disparada

como una bala cargada de pólvora o

de pétalos de rosa.

Una sola palabra,

que silencie el ruido acústico de tantas

otras vacías, resecas, envueltas en papel

usado.

Una sola palabra

o quizás dos, sin segundas intenciones

sin vueltas de tuerca oxidada y sin limitaciones.

Una sola palabra

o quizás tres, susurradas de pronto y sin

anticipaciones exaltadas,  que reboten 

contra la pared.

Una sola palabra ó cinco o seis , antes de

dejar que el abismo se abra bajo nuestros pies.

Esas únicas palabras, hubiesen sido el

antídoto  a tanto veneno elaborado a base de

conclusiones , sin lugar para las emociones.

Una sola palabra

o cuatro o siete, aunque no fuesen

aquellas que quería oír , hubiesen dejado un

rastro invulnerable, aplacando la angustia

y así dar paso al duelo, tan necesario, como

implacable.

Todo, menos el silencio, sin palabra alguna,

tan ruidoso, frio y doloroso.


viernes, 23 de febrero de 2024

Polvo de violetas.

 Desde algún lugar adormecido, escucho llegar

recuerdos que aparecen por el patio trasero, con

un leve aroma a  polvillo de violetas, que cae y

se desparrama sobre fechas olvidadas y nombres

persistentes, aterrizando como piedras que impactan

en el vidrio y un rumor siempre verde que no permite

la amnesia , me devuelve a la infancia tan lejana que

se acerca despiadada al jardín donde jugaba sobre

la hierba mojada.

Y lo que pasó ayer me es totalmente ajeno e intrascendente

mientras que una mañana de julio anciana, escarchada y

penitente, hace crujir mis botas rojas de adolescente.

Como volver al presente?  ignorando los muros donde

se trepaban las hojas verdes de la parra vieja, los olores

tan potentes que brotaban de la tierra y parían como un

vientre.

Como  conjugar esa agonía de vernos morir en cada

tiempo, renaciendo enclenques de tanta ausencia aniquilada

de silencio de esas voces estridentes, ahora tan calladas.

Habrá que aprender a poner el polvillo de violetas en la punta de 

los dedos y soplarlos como pétalos recién nacidos hasta que

se conviertan en cenizas de un fuego ya extinguido.

sábado, 10 de febrero de 2024

LA MODISTA INEXPERTA.

 Ella se enamoró de alguien que reapareció de un pasado remoto. Se enamoró tardíamente cuando creía que esas historias, solo eran posibles entre adolescentes y pensó que era tiempo de cambiar, de calmarse, para ser menos temeraria y ardiente.

Ella se dijo que esta vez, tendría que aprender a coser, con paciencia y dedición, para hacerle  un traje a medida a este amor antiguo que no merecía un ambo chambón de mala confección.

No fue nada facíl la tarea , había que tomar medidas, elegir la tela, los botones y el color, y armarlo sobre el propio cuerpo, porque él del otro  no estaba ahí para posar, y además, a nada de lo que  ella hacía, le daba su aprobación.

Se pinchó más de una vez. a veces con la aguja y otras con un alfiler, incluso lo mancho con una gota de sangre, queriendo y sin querer.

Pero a él no le gustaba, cuando no le tiraba de sisa, la manga se le acortaba, Se quejaba con vehemencia porque no era de su estilo y de espalda le tiraba, no le agradaba el color y cada nueva idea desechaba.

Al final ella ya agotada, de coser y descoser , de planchar y retorcer, arrancó cada puntada con los dientes y las ganas, lo metió en una caja, que dejo muy bien cerrada..

Entonces el se mostró hostil, y su traje reclamaba , diciendo que era ella, la que la tarea de costura abandonaba.

La culpó una y mil veces diciéndole que ese traje era suyo, y aunque no estaba dispuesto a usarlo jamás, no habría nadie que lo amara más.

Ella entendió con dolor que no hay fuerza más dañina, que la de  aquél, que no  sabe ni  puede amar y lastima a quién lo ama,