viernes, 2 de diciembre de 2016

JUGUETES ROTOS

Resultado de imagen de fotos de juguetes rotos




Escribe Kety Mangione
post. por K.M. 02/12/2016


Ay Ay como somos, como no nos esta dado el poder de reacción. Andamos como juguetes a pilas.
De repente alguien acciona el on y entonces nos movemos, hacemos ruidos molestos o agradables, que de tanto repetirse también se vuelven molestos, pero alguien aprieta el off y ya esta, volvemos a la caja hasta el próximo on, quizás también podríamos compararnos con  los antiguos muñecos manejados por un  ventrílocuo, encargado de animar a su partener según sus ideas, ahora gracioso, ahora sensible, ahora grosero, ahora ético, aplausos, saludos y hasta la próxima función.
Con las tragedias con las que empatizamos también pasa lo mismo, hablamos, lloramos, nos emocionamos, tomamos partido, nos indignamos, hasta que llega el off, mas temprano que tarde.  Pero nada, no cambia nada, porque lamentablemente no cambia ni aún con la tragedia propia, con esa anónima que solo conocen unos pocos, pero que marca un antes y  un después en nuestras vidas. Todo sigue igual o  peor, no hay reflexión, no hay un resultado a la ecuación de dolor.
Particularmente yo me conmuevo con estas cosas, pero mi cabeza dispara hacia otros hechos, por ejemplo cuanto debió lamentarse la esposa del director técnico del Chapecoense, por no haber revisado la documentación de sus hijos y darse cuenta que uno de ellos  no tenía el pasaporte, cuanto habrán discutido en el aeropuerto dándose la culpa uno al otro, cuanta amargura se habrá generado en esa víspera de tanta muerte,  por ese olvido IMPERDONABLE, incluso imagino una discusión con ese hombre que quería ser acompañado por sus hijos y no pudo ser, pienso que esos últimos minutos los perdieron peleando, buscando responsables y quizás ni se despidieron. Pienso en los que viajaban alegres unos, preocupados otros porque estaban distanciados de un amigo, de un familiar, de un amor y se prometieron que a la vuelta lo solucionarían. Pienso en todos nosotros que consumimos hasta agotarnos, detalles tan dolorosos como macabros, y vamos viendo como siempre el dinero, el egoísmo, la locura aberrante que nos domina en cualquier terreno de nuestra vida, se apodera de cada situación cotidiana, simple o extraordinaria.
Y nada, no aprendemos nada.
No salimos a revisar nuestra historia reciente, no enmendamos nuestros estúpidos errores y no somos capaces de  sacamos de encima esa daga que nos atraviesa.
Nada, no aprendemos nada.
Proclamamos campeón a un equipo que no puede disfrutarlo, al mismo que hubiéremos insultado sin clemencia como hincha o como rival, porque es así, porque así es el deporte y la pasión en general, pero la muerte ah la mágica muerte tiñe todo con su halo y todos somos uno, con ellos, con los otros, con lo que no conocemos.
Nada no aprendemos nada.
Pasa igual con todo, solo sufrimos poco y mal, para afuera, y siempre y cuando empatizemos u odiemos,  lo que toque, según nuestra chata visión del lado en que nos colocamos por elección y/o inducción.
No aprendemos nada.
Seguimos aferrados a nuestras pequeñas parcelas de estupidez, de orgullo, de irracionalidad.
Esperando, quiero creer que inconscientemente, que pase alguna tragedia, para arrepentirnos un ratito, de los silencios, de los desplantes, de los orgullos, de los olvidos, de la memoria selectiva.
Nos dura poco, como todo, en esto también funcionamos como juguetes rotos, porque para poder seguir llorando y conmoviéndonos  con las tragedias ajenas, necesitamos perdonarnos. Necesitamos olvidar que ese día, el que perdimos a alguien real, nuestro, amado, habíamos discutido por una pelotudez, o habíamos dejado de hablarle por vaya a saber que razones o no habíamos estado atentos a sus necesidades,(todo en pasado, todo en potencial)  tan ocupados en hacernos daño estamos, que siempre dejamos que el destino haga lo suyo, así podemos rasgarnos las vestiduras pensando en todo aquello que no hicimos bien.  Así y todo "Nos dura poco."
No aprendemos más.