martes, 21 de noviembre de 2017

LAS LUCES DEL TIEMPO




Escribe: Kety Mangione
Post. K.M. 21/11/2017

Sería tiempo de encender luces, quizás farolitos de papel con velitas dentro. Tiempo de volver a escribir con papel y lápiz, de mandar postales personalizadas. Tiempo de dejar de perder el tiempo, de tener unas simples prioridades, de vivir puertas adentro, tiempo de dejar de insistir en un estado de dudosa felicidad permanente.
Sería tiempo de saber que estando vivos solo estamos afirmando que vamos a morir en cualquier momento, no importa cuánto tiempo falte, cada minuto es de descuento.
Sería tiempo de que nos conmueva más un genocidio que unos cuantos corruptos.
Tiempo de reconocer que los muertos, los torturados, los desaparecidos, son de todos y no así el dinero que tanto defendemos como propio.
Sería tiempo de ver nuestra  corrupción, la de la ignorancia, la de la indiferencia y  de la cobardía. Tiempo de salir de los balcones, de dejar de mirar la vida desde las rendijas- Tiempo de empatizar, no  poniéndonos  en el lugar del otro,  si no en nuestro lugar y  usar la misma lupa con la que fisgoneamos   al otro. Tiempo de reconocimiento, de tener la valentía de sabernos malos, egoístas, de dejar de dar consejos y dar apoyo. Sería tiempo de dejar las cómodas  cadenas de oración y ayudar al que tenemos al lado, de ejercitar el perdón y la misericordia.
Tiempo de volver a reír, de no mezclar todo con todo. Tiempo de no dictaminar, de no convencernos de nuestra razón a como de lugar.
Tiempo de dejar de pedir justicia a medida.
Tiempo de abandonar la xenofobia, la indolencia, el cinismo.
Tiempo de reconocer nuestras imperfecciones, sin frases hechas, sin perdonarnos la vida.
Tiempo de archivar rencores, de no  erigirnos en jueces y dictaminar que es lo que esta bien y que no. Tiempo de que el pozo de Vargas nos conmueva y nos arranque una rabia y un dolor sin limites, y no el corte de una calle, o unas pintadas en paredes públicas, que se se pueden volver a pintar,  incluso con la misma cal que los dictadores pintaban a los nuestros.
Sería tiempo de mirar a los ojos, de ser generosos con nosotros primero, para poder serlo con los que nos rodean. Sería tiempo de reaccionar ante lo  que creemos inevitable, de recordar que  estamos vivos de milagro. Que no hay Dioses salvadores, pero que nosotros podemos ser nuestro propio Dios. Sería tiempo de entender que si no reconocemos nuestro pasado en lo personal y en lo generacional seremos unos seres sin alma, levantando nuestro dedo acusador, desde un pedestal de barro, donde cada noche nos hundimos y cada mañana emergemos, sucios, atascados. miserables.
Sería   tiempo de recuperar la risa, el doble sentido, el piropo, que no todo sea cuestionableque no todo necesite una explicación.
Sería tiempo que sepamos más sobre el pozo de Vargas (#),insisto,  de los vuelos de la muerte, de garage  Olimpo, de los centros clandestinos de detención y menos sobre inmigrantes ilegales , sus usos y costumbres que tanto nos molestan, especialmente nuestros vecinos, porque los otros los Europeos  son "gente como nosotros". Sería tiempo de repudiar a los genocidas,  más (o por lo menos con la misma vehemencia) que a los corruptos de turno.
Tiempo de no enojarnos tanto por las manifestaciones, porque de ellas han nacido casi todos nuestros derechos. Tiempo  que,  si un acosador debe ser desterrado y aniquilado, un pederasta (aunque este muerto) tiene que desaparecer de la faz de la tierra. A veces parece que todo depende de los intereses económicos que estos generen , vivos o muertos y no de los actos que hayan  cometido.
Sería tiempo de poner luces y  de apagar mentes obtusas con la indiferencia.
Tiempo de entregarse, de saltar de una vez a nuestro propio abismo.
Tiempo de ser más agradecidos, de valorar el esfuerzo ajeno, de que nos importe más tener pasión que tener razón.
Tiempo de recuperar la locura,  la creatividad, de saber que nada esta dicho, que la verdad esta sobrevalorada, porque todos tenemos una.
Tiempo de escuchar para comprender y no para contestar.
Tiempo de perdonar y renacer, no de nuestras cenizas, si no de nuestra energía y fuerza.
Tiempo de establecer la diferencia entre lo importante y lo urgente.
Porque para lo urgente siempre hay tiempo, con o sin nosotros.

(#)

El pozo del infierno: 140 cuerpos torturados y la dura tarea de reconstruir la verdad

Los represores usaron el Pozo de Vargas, en las afueras de San Miguel de Tucumán, para "desaparecer" a sus víctimas. Pero la fosa fue destapada en democracia y 107 cadáveres ya fueron identificados. 
Esto sucedió entre 1975 y 1978, si les interesa pueden investigar un poco sobre este infierno, sobre este horror, entre tantos y tantos horrores sin limite, después si quieren sigan debatiendo sobre papeles de Panamá, piqueteros, bolsos y monjas, eso lo pueden hacer aún comiendo pochoclos.