Hay una creencia generalizada con respecto a la muerte, creo que nos viene de la religión, cualquiera sea ella, y es, a mi modesto entender, que tiene un poder especial para convertir al los difuntos en seres celestiales e impolutos, que por el mero hecho de morir ya se transforman en criaturas cuasi angelicales, del mismo modo que el ser humano necesita pensar ferviente mente que la historia no se termina acá en esta vida y con la muerte, del mismo modo que casi todo el mundo occidental necesita imperiosamente razonar que el que las hace las paga y que la justicia divina llega cuando la otra se queda por el camino, del mismo modo que el mundo islámico quiere creer que el que las hace acá las disfruta allá por siempre jamás, también están las frases de cabecera como “la muerte no se le desea a nadie”, permitáme el lector cagarme un poquito de la risa, de esta última frase y de todas las creencias anteriores, con todo el respeto que me merece cada persona que necesita por distintos motivos aferrarse a todo lo ante dicho.
Personalmente ( y esto lo tengo que puntualizar, como cuando los periodistas dicen presuntamente, para que no me lluevan reclamos de gente ofendida ) decía personalmente, yo tengo una lista no muy extensa a decir verdad de gente que me encantaría que se muera y que sufra mucho, muchisimo antes de morirse, más la  que diariamente y por diferentes dimes y deretes les deseo alguna clase de muerte, que después me olvido y obviamente no están en mi lista fija, van y vienen, ojo que si insisten y hacen méritos suficientes en el fondo hay lugar.
En mi estructura mental no entra la beatificación de los seres que parten, ni siquiera de aquellos a los que he querido con toda mi alma, nunca pude entender el famoso dolor póstumo por gente que no lo merece, el enaltecimiento de valores inexistentes o el perdón indiscriminado, claro que estamos hablando de personas que  están en nuestro entorno con las cuales no nos ligan lazos afectivos de ningún tipo.
También están los casos de muerte de pariente muy cercano, que garpa mucho en la política y en el mundo de la farándula, empresarial etc.
Por ejemplo Mendes(*) al que estábamos a punto de quemar en la hoguera y a pura campaña padre apesadumbrado-hijo muerto, se ganó la reelección y nos fusiló a todos, y ojo no garpo lo mismo la muerte del hijo del presi que la del pobre Oltra, también hijo, marido, amigo de alguien, casi lo mismo le paso a Kris, se convirtió en la Viudisima más viuda que nadie y él en el Santo de la Espada como mínimo (como verán no abro un juicio de valor para ninguno de los dos, porque esto no se trata de política) simplemente de la muerte y sus derivados.
Rodrigo era un fenómeno social, pero Olmedo lo había sido más, y de haber estado vivo, hubiese sido más importante la muerte del hijo de Olmedo que la de Rodrigo, pero el pobre chico llegó tarde.
De nuestra talentosa Amy Winehouse, todos podían hacer prodes calculando la hora y el día de su muerte, hablar de sus adicciones, sacarle fotos, las peores, las más incomodas y después hacer correr ríos de tinta con las conjeturas sobre su muerte, pero, pero... mientras la chica seguía facturando nunca vimos a sus familiares salir a acallar a la prensa ó poner un amparo para que no se publiquen los vídeos y las imagenes de la pobre mina cayendo de jeta en los escenarios de todo el mundo. Cuando murió sí, ahí si había que respetar la privacidad y el dolor, es lo que digo cotiza en alza la muerte.
La personas tenemos una doble moral permanente y miedo un miedo atroz a las palabras, incluso las que no salen de nuestra boca, pero tememos que por el mero hecho de compartir espacio físico con el que las dice,( especialmente si el que las dice es un par en el ámbito que sea), se nos pueda achacar la idea.
Por eso son tan privilegiados y únicos los que se atreven, los que escriben, los que hacen cine, teatro, los que todos los días manifiestan sus opiniones equivocadas o no, pero ejercen su libertad de expresión, que siempre y dentro de la linea intelectual podemos refutar y discutir con la altura que nos merezca el que se arriesga en cualquiera de las áreas públicas y que  tienen lo que hay que tener para expresar su forma de ver las cosas.
Quizás la muerte en sí misma, tan absoluta, tan determinante, se vuelve redentora a la fuerza, exponiendo en nuestros perdones desmedidos y en nuestros miedos mas arraigados, nuestro propio espejo, despierta la necesidad desesperada de perdonarnos por lo que pudo haber sido y no fue y de paso barrer a la casa de al lado los fantasmas que van a volver una y otra vez a devorarnos implacables por nuestra propia cobardía, por eso necesitamos un chivo expiatorio, y si alguien dice algo del muerto que no queremos escuchar, lo linchamos, si estuviera a nuestro alcance lo apedrearíamos y si no hacemos lo que mejor nos sale, apuñalarlo por la espalda  y que sangre ante nuestros ojos, que ya habrá tiempo después de llorar y perdonarlo cuando ya no tenga más sangre.
 
TENGAN EN CUENTA, ENTRE LAS FRASES SIN SENTIDO, UNA QUE DICE, CON LA VERDAD NO TEMO NI OFENDO.

(1) Mendes, fue un presidente argentino DE ORIGEN TURCO, este es un apodo, el nombre real era CORRUPTO HIJO DE MIL PUTA. (CONTEMPORÁNEO)