lunes, 25 de enero de 2021

Sobran las razones.

 

Difícil explicarte una razón, una sola para tanto amor.

Difícil casi imposible, encontrar esa razón, tan absurda

tan buscada e infinita, tan demencial, tan ilógica, en

un mundo de vacía racionalidad.

Como te puedo explicar lo intangible, lo invisible, lo

etéreo, en años, minutos o segundos, en suspiros, en

lagrimas, en pies que al buscarte se asoman al abismo,

conteniendo el grito inevitable.

Como no poder borrar el recuerdo tan lejano, de tus

manos en mis manos, si tantas caricias por ellas han

pasado.

Como seguir renunciando, aferrándome de un hilo tan

débil y jugar a encontrarnos, desafiando el desenlace

tan anunciado.

Como hago, decime, para no arrepentirme, por haberte

perdido y volverte a encontrar.

Como le explico a mi piel, que se tiene que calmar y

encogerse, hasta ocupar su lugar.

Como amor mio podría yo sin vos respirar, ahora que

sos presente y mi única verdad.

Como le explico a mis manos que no te puedo tocar.

Que si te toco te pierdo un poco, por eso tanto miedo

me da.

Como decirte sin romperme, que se donde no debo estar,

si me siento tan dentro tuyo, que ahí me tengo que buscar.

Que ya no hay espacio ni tiempo, y que solo es real el

momento, que nunca pasa lento, que se esfuma ante mis

ojos, que se quedan ciegos, de tanto quererte mirar.

Como decirte que no quiero que nada cambie, que seas

feliz vida mía, conmigo o sin mi, si nunca, nunca podré

dejarte de amar.


domingo, 24 de enero de 2021

Capitán de piel, corazón de tiza

 

Temprano el durazno cayó, como vos flaco amado, con tu piel rosa

curtida, de incoherente coherencia, cambio y revisión permanente,

el viento y el dorado sol te trasmutaban de la furia al amor, de la pasión

por lo que  hacías, al sacrificio consciente de renacer, entre tu alma

de niño y tu asombro absoluto de engendrar vida, entonces al verte en

la suerte del todo frutal, te llenaste de ramas y de hojas en flor, no querías

que la vida pase como agua que corre, que la poesía no haya servido de

nada, que la infinitud del amor por lo nacido, no tenga el valor de lo

concebido, porque, decías, -si no tenemos respeto por la vida que nace

entonces somos bestias, si nos empeñamos en seguir siendo como una marea

de autos, que aplastan y matan, entonces nos vencerá la muerte en vida.

Si no creemos, decías, en la infinitud del amor, como podremos tener una

verdad para reclamar?

Dicen que en este valle, los duraznos son de los duendes, y vos fuiste ese duende

entre cabrón y genial, entre humildad e ingenio, tan palpable, tan sensible,

atravesado por la mirada de lo intangible, con esa percepción genuina de

saber que si tu ser estalla, será un corazón el que sangre, y la canción que

escuches, tu cuerpo.

Y allí fuiste a orillas del río, para hacer llegar tu fé, para unir tus cenizas hechas

de polvo de estrellas, para ponerle luz al instante, en un Río de La Plata, tan

sangrante, como tu trémulo durazno rosado.

Decías que éramos muy generosos al aplaudirte, porque tus letras no se entendían

y jugabas con eso, con tanta maestría, mientras nos regalabas una y otra vez,

un arcoíris de notas, que eran una especie de milagro, con luces encendidas.

Me quedo con el sonido de tu voz, me quedo con esos acordes mezcla de jazz,

rock y tango, me quedo con tu compañía, con los pequeños pies y los pechos

de miel, que alguna vez fueron mios, con la pasión que le ponías a todo. Porque,

decías, que sea lo que sea lo que hagamos, había que hacerlo bien, entregándonos

sin medida. Aunque algunas veces no sepamos que hacer, si no sale el sol y

perdemos ese amor, sin el que no encontramos la razón de seguir viviendo.

Cuando te fuiste al universo astral desde donde viniste, esa mañana del 8 de

febrero, estaba en mi casa, en esa donde nací, con mi vieja amada. Me estaquee

frente al televisor, inmóvil , casi ciega de lágrimas.

Mi vieja dijo -Pobrecito tan joven - Me giré y le pregunté -Ma, vos sabés quién

es ?- Y ella con su voz emocionada y su acento tano inconfundible, dijo.

-Claro, es el Flaco Spinetta, ese que a vos te gusta tanto-

Así te despedí flaco, en mi casa, abrazada a mi vieja, que me consolaba de una

pérdida absolutamente irreparable.

Gracias Capitán Beto, por hacerme volar, entre tanta gente de pié.









martes, 19 de enero de 2021

OLIVERIO EN PLENO VUELO.

 

En la alta noche, podríamos gravitar rotando, cruzando

puertas en busca del puro no, de la aparición urbana

porque todo es un mito, y ella, porque me cree su perro, mientras

viaja en tranvía leyendo 20 cuentos y busca entre mis piernas

los caminos perdidos que se encuentran bajo el follaje del

llanto de la tierra, y no, no busca amor, si no, un complemento

de materia, de libido edén de infierno. Y yo solo busco en ese

desesperado encuentro, de palabras inconexas, truncas y dolidas

un solo trozo poroso de realidad ineludible. Siempre atravesado

por una daga invisible, respiro Buenos Aires, como respiro a una

mujer, mi mujer, mi musa, una erótica materia, un paraíso hecho

carne, una perdis a la crema. Y mis piernas ya no responden, y me

enojo con ellas, voy perdiendo el humor y el ardor que he sentido

por ella. Me ahogo en islas solo de sangre, porque de sexo estoy

muerto y me trasmuta el hambre visceral de ella, el puro no de una

vida contrahecha, atormentada. Recién entonces salgo al jardín,

y la veo ahí volando, por encima del sauce y entonces sé que

soy perfectamente capaz, de soportarle todo, su aliento, su

larga nariz y su cutis a veces de papel de lija, nada me importa

todo se lo perdono a María Luisa, porque no me importan ni sus

pechos a veces como magnolias y otras como pasas de higo,

lo que me enamoro de ella, es que desde el amanecer volaba

del dormitorio a la cocina, como una delicada pluma, y me

hacia volar con ella hasta el sauce del jardín a ver el paraíso.

Porque todo, todo se lo perdono a una mujer, todo, menos que no

sepa volar.

domingo, 17 de enero de 2021

SIN VIRUS NO HAY MASCARILLA

 

No es nada aconsejable perder un ojo en medio de una pandemia,

bueno nada, es muy conveniente, pero con esta cuestión de las

medidas de seguridad, y considerando que atravesó las cuatro

estaciones del planeta tierra y primero la cosa transcurría con cuarenta

grados a la sombra, y así nos movíamos a pleno rayo de sol, en ojatas

y mascarilla, a punto de ser quemados a lo bonzo, con tanto alcohol

en gel en nuestras debilitadas manos, y allá íbamos a darnos el ansiado

chapuzón solo de medio cuerpo, porque las mascarillas no solo escaseaban

casi más que el papel higiénico, si no que eran carísimas, y ni hablar de

como se llenaban de arena los guantes de goma y nos doblaban en peso.

Ilusa de mí pensé que en invierno sería mejor, pero no, resulta que en

este crudo invierno, con 8 bajo cero el mejor de los días soleados, hay

que andar con campera, fulares o cuellos, gorro, guantes, anteojos de

de sol, más en mi caso anteojos de lejos en la cabeza arriba del gorro

y los de ver de cerca en el bolsillo de la campera, que también tiene

llaves, monedas y otra mascarilla por las dudas.

Todo esto hace que vuelva del supermercado, casi a tientas, con los

lentes empañados, sin aire, y con el codo reventado, porque nunca

falta un vecino o un amigo al que no reconocés, que te da un codazo

a modo de saludo, tan efusivo, que tenés que retroceder en tu vuelta,

pasar por la farmacia, comprarte un diclofenac, y una venda para el

codo de tenista, y entonces llego a casa exhausta, ahogada, ciega, y

con dolor de codo, y se me cae la bolsa del super, en la vereda

mientras intento acertar con el orificio de la llave, haciendo equilibrio

con la ceguera, la campera, y los guantes de goma, y ahí quedan desparramados

unos geles íntimos con sabor a fresa, y varias cajas de preservativos, junto

a unos huevos duros y un chorizo cantinpalo, ante la atónita mirada de mis

vecinos, que me recuerda porque la cajera me tiró la bolsa por la cabeza,

Pensando menuda fiesta está programando esta vieja zorra, difícil explicarles 

que yo quería comprar chicles, jabón de ducha, huevos

frescos y un salame de milán, pero claro si antes ya incurría en compras

extrañas, ahora casi en la no videncia y el empañado permanente, estoy

llegando a mi limite, ni que hablar de los precios tan distintos a los que

alcanzaba mi magro presupuesto, pero cualquiera vuelve a cambiarlos.

Así las cosas, levanto todo, y entro casi ruborizada, acalorada, con el

codo doblado y las manos congeladas y rasposas, la casa es un páramo,

porque, claro no nos olvidemos de la ventilación, hay que airear, abrir

ventanas de par en par por donde el chiflete va creando estalactitas

que van del techo al suelo, y el viento arrasa con todos los adornos y

descuelga las cortinas, y yo ahí, con la bufanda puesta y la campera,

me como un par de huevos duros, mientras trato de contestar los

mensajes de whatsaap, con los dedos duros, mis respuestas

suenan a mensajes en clave, muy similares a un pedido de rescate

talibán.

De paso mientras espero que se descongele la casa, haciendo uso discreto

de la calefacción eléctrica, porque cuando llega la factura, me pregunto

si vale la pena cuidarse tanto, o morir y ya está, veo las noticias, y me

entero que este virus es muy, como decirlo, caprichosito, porque no

va a los colegios, los chicos pueden estar entre no convivientes de

veinte en veinte y los padres pueden llevarlos y esperarlos a la salida de

cincuenta en cincuenta, en micros, buses y trenes tampoco le gusta,

allí pueden viajar en parejas cantidades sin conocerse de nada, en coche

no, no, si no conviven, y pronto será si no tienen sexo, no pueden

ir en el mismo coche, no le gustan las reuniones de más de 6, y por

eso ahí se ensaña sin piedad, y muy importante, no le gusta la gente

sentada, porque si estás sentado en un bar, morado de frio, tomando

un café o una caña con alguien enfrente, el virus te ataca y es mortal,

ahora si estás parado en la calle, pasa de largo el muy cabrón.

Tu médico de cabecera puede tomar unos buenos tragos con vos en

un bar cualquiera, eso sí, si le pedís una consulta, es solo por teléfono.

Y en muchos casos es bastante intimidante tener que mandar una foto

de la zona afectada.

Así que, sigo en mi derrotero, todavía con la campera y la bufanda

más unas galochas y unas patas de rana, mientras acomodo mi compra

en lugares oscuros y frescos, porque la esperanza de usarlos en un

futuro cercano me parecen tan o más lejanas que un recital en cancha

de boca.

Nada, me quedo con todas estas inquietudes y el recuerdo de mis

vecinos, viendo mi compra esparcida, con geles, preservativos, huevos

duros, cantinpalo, y un pan de manteca gigante, ese sí era correcto

para hacer el pan de puta masa madre.




jueves, 14 de enero de 2021

UN MONTON DE NADA.

 

Ay por favor cuánto le costo a esta mujer no tener nada.

Tanto que se atacó de risa, justo ahí en la cocina, entre

ollas desvencijadas y platos desiguales, sin que un vaso

coincida con el otro. Recorrió con la mirada y por no

tener, ni la cama era suya,  ni el placard  de madera,

en la pared empotrado. Como lo había logrado? Ni queriendo 

hubiese acertado, en no tener propio, ni heladera, ni un horno

que le ladre cuando huele a quemado.

Se rio desorientada, ni plata, ni oro ni platino en un cofre o

en un aniversario, nada tenía, nada le duraba.

Hasta su amor era de tiempo compartido.

El huracán que hace unas horas la había azotado, dejo al

descubierto lo poco que necesitaba, cuando sintió que lo

perdía, casi no respiraba, mientras el viento la bamboleaba

y no acertaba a hacer pie, -se dijo desolada, si pierdo este amor

eso sí, será la nada- porque si lo pierdo pensó, estaré muerta.

Y los muertos no necesitan, ni muebles ni ventanas, ni ropa

nueva, ni usada, ni aquel cinturón marrón a juego con las

sandalias, ni cortinas nuevas, ni sabanas de Ikea.

Mientras las ramas como agujas la golpeaban, con cada palabra

mal usada, el suelo se abría bajos sus pies, entre sillas tampoco

suyas y lámparas prestadas. La tormenta fue cesando, cuando

en el espejo se miraba, tampoco era propio, pero sí la imagen

reflejada. La atacó la risa otra vez, como había hecho para no

tener nada de nada, que sirva, que llevarse a otra morada,

La figura del espejo, se reveló contrariada. Y dijo : Como te

atrevés a decir que no tenés nada de nada. Pasó el terremoto,

y el huracán , pasaron truenos malignos y rayos endemoniados,

pensaste que lo perdías, que su amor te abandonaba, entonces te

sentiste morir y peleaste con ganas. No me dejes ahora, acá atrapada

 en un espejo que no es tuyo, ni las ollas, ni la cama, tampoco

la mesa, el sofá o las ventanas. 

Sí es tuyo todavía, el coraje para amarlo y rescatarlo hasta de sí mismo 

 y frenarlo en la caída.

Por el resto no te preocupes, llévame con vos ahí donde vayas, y todo

lo que obtengamos tendrá valor y no precio, como siempre ha sido

todo lo hasta ahora conseguido.

sábado, 9 de enero de 2021

DE PEHUAJO A LA ETERNIDAD

 

Buenos Aires, 15 de enero de 2011.

De Pehuajo a la eternidad.


Como decirte adiós? Es imposible, no hay adiós que valga

porque te llevo en mí, porque has sido mi inspiración y mi

ejemplo, me has acompañado desde siempre, con esa rara

familiaridad, que dan los que nos hablan al oído y nos cuentan

historias de cuando éramos niños, con ese conocimiento total

de tocar la fibra latente en nuestro corazón adulto, que persiste

estoico los embates del tiempo.

Me acune en cada una de tus frases y me sentí valiente con tu

osadía, en tiempos donde ser vos misma era como caminar

atada a una bomba de tiempo.

Devore tu mundo del revés y lo desentoné a los gritos, dormí a

mis hijos entre tortugas viajeras y rock de monos no tan lisos,

me enfrenté a mis miedos cantando al sol como las cigarras,

que vuelven de la guerra, y me desvestí ante los ejecutivos como

una reina batata. Tu valor fue el mío y aunque nunca encontré nada

en París, el viaje y la valentía de hacerlo, valieron la alegría.

Con vos se va lo más dúctil , sencillo y encomiable de la literatura

de habla hispana, tu alma de niña indómita hoy vuela libre, dejando

marcas a fuego en cada rincón de la memoria.  Entre balas rastreras

y mentes asesinas, pusiste un país de no me acuerdo, para que nunca

olvidemos el horror de los que fueron  arrojados al mar, en pedazos desvalidos.

Que suerte haber coincidido en tiempo y espacio, bajo la misma bandera

celeste y blanca, que hoy flamea triste por tu partida.

Yo te llevaré conmigo María, como un estandarte, te nombraré en cada

palabra que escriba, porque me hiciste bien y porque vos sos vida.

Chapó María Elena, buen viaje amiga mía. Esto no ha hecho más que

empezar, porque por siempre y para siempre estarás latiendo en nuestras

vidas.


lunes, 4 de enero de 2021

TEMO, LUEGO EXISTO

 

No se quién fue primero si el huevo o la gallina,

tampoco sé si importa, pero si sé que el mundo

necesita imperiosamente establecer una explicación

a lo que no la tiene.

No sé que esta bien y que está mal, porque la respuesta

cambia cuando la ponemos en práctica.

No se si el amor es lo que sentimos, o lo que hacemos

para sentirlo una posesión insana.

No se que pasa por la mente de los que asumen una rutina,

de lo que fuere y a eso le llaman vida.

No tengo idea como se desarrolla una idea y se la mata

en simultaneo. No se como duerme el que no tiene nada

que lo altere al despertarse.

Tampoco se como es el día de alguien, que no asume un

riesgo cada vez que el sol da un giro. No se como andar

con paraguas sin herirme a mi misma. No sé como mentirme

ni como negarme, aflojar el gesto o negar la mirada.

No se, ni entiendo las culpas tardías, no entiendo la represión

continua, ni la doble moral, ni la nostalgia del propio

abandono. No se y desconfío , del que no teme, del que

tapándose los ojos, cree que nadie lo ve.

Del quiero y no puedo, porque quiero. No sé como se hace para

tachar los días que no vendrán, recluidos en un pasado que

ya  no nos pertenece.

No se nada de casi todo y le tengo miedo a todo, sin temerle

a nada. Pero algo sí sé, que se han ido muchos, o casi todos

viviendo vidas pequeñas, inundadas de nadas, cerrando los

ojos, apagando sueños, faltos de esperanza.

No se y no quiero despertarme un día, acostumbrada a que

todo en definitiva es nada, y perder el miedo cada madrugada,

de empezar de cero aterrorizada, pensando que puedo perderlo

todo, porque no hay todo que perder si nunca arriesgamos nada.

No se que pasará ni hoy ni mañana, pero ahora sé que alguien

se despierta con los mismos miedos, con las mismas dudas

atravesado por el pánico, pero sin temerle a nada. Si somos

dos, ya somos inmortales y podemos arriesgarlo todo, porque

descubrimos no saber nada de nada, pero que dos somos todo,

todo eso que no necesitamos para nada, pero queremos

para todo. Como el huevo y la gallina, nunca sabremos que

fue primero, no tenemos solución ni disolución. Eso si lo sé,

aunque del mundo no sepa nada.