jueves, 21 de octubre de 2021

la renaciente

 Tremenda miniserie, tremenda, hice un paseo por mi otra vida, esa tan dura y sin embargo tan rica, llegando a todos los limites , golpear puertas con los puños cerrados, cruzar puentes y caminar hasta no sentir los pies, porque no tenía ni un centavo para tomar dos bondis, bailar de alegría al ritmo de los Stons, cuando había conseguido cobrar dos sueldos juntos, que se llevaron los motochorros en la plaza Bustamente, a 200 metros de llegar a mi casa, y siempre escribiendo, en colectivos, en rincones absurdos, dejando a mis hijos con extraños , recibiendo portazos en la cara y acosos de todo tipo, doblando mi cuerpo con el esfuerzo físico , arrastrando la heladera, para ver si encontraba un pucho añejo a medio fumar, inventando comida a base de zapallos de la quinta, que nos traía mi viejo, y siempre escribiendo y siempre amando y siempre mis hijos y esos destellos de felicidad que conseguíamos pese y contra todo, y siempre la buena gente que aparecía para no dejarme caer y que confiaba en mí.

Eso vi reflejado en la serie,  esa otra yo, que iba con mis dos hijos como un estandarte, que  nunca perdía la ilusión, que con cada piedra del camino fue construyendo un sendero, asumiendo el 50% de todo y en la convicción de que nada es para siempre, ni lo bueno, ni lo malo, que no existe abandonar los sueños con excusas de que ahora no se puede, muchos me preguntaban, con todos los quilombos que tenés, te pones a escribir, o haces teatro? y yo respondía siempre, sí y por eso mismo.

Me parece que ver esta serie, es casi imprescindible, porque deja al descubierto, que cuando vas en caída libre o te crecen alas o te estrellas contra el piso a llorar y victimizarte, y que si tenés la suerte de que no te maten y de zafar de la violencia ejercida muchas veces de distintas formas de la misma cuna, hay una vida ahí afuera que te espera, y cuando lo hemos perdido todo, pero no los sueños, ahí es cuando nos empoderamos, no con falsas banderas. ni reclamos, si no ayudando con nuestra experiencia a otras y otros, a escribir desde el alma, a ponernos en el lugar del otro, aunque nos hayan cerrado la puerta en la jeta, y a estar preparados para que nos juzguen, pero aprendiendo a no prejuzgar a nadie.