domingo, 24 de septiembre de 2023

Los días que, QUIZÁS, vendrán

 En esta recta final, que parece ir como desproporcionada y urgentemente vertiginosa, hacia

una caída que es en toda regla, libre, que solo se detiene ante algún obstáculo, momentáneo 

y fugaz , que distrae como un ruido inoportuno en  mitad,  de la noche,  pero no impide el 

resbalón, ya iniciado, en la montaña rusa, donde se avista con meridiana claridad el cartel de llegada,

dejando cada vez más lejos el de salida.

Y así se ven perfectamente delimitadas, las batallas que ya no son de librar, que no hay armas

que puedan combatir una guerra perdida, en esa lucidez extraña, de que ya no hacen falta

ni batallas ni guerras ni armas, porque no existen balas  para derribar al enemigo, que no esta,

que nunca ha existido, y que como los monstruos tienen el tamaño, que darle hemos decidido.

En este enfrentamiento final, entre el miedo y la libertad, hay solo una frágil y transparente determinación,

que se asoma entre las trincheras, y que aunque herida de muerte, decide que todavía no es tiempo de

perecer en la víspera y lucha desbordada e inconsciente, por  aferrarse al minuto siguiente, viendo 

asomar  en el horizonte, la bandera blanca del subconsciente, que no sabe de años, ni de rectas

finales y se yergue valiente entre los matorrales, con un grito inaudible, que rompe el silencio, he   impone respeto,  poniendo de pié a los descreídos, con una pancarta escrita con sangre que diga y repita, que viva la vida, que es hermosa, a pesar de todas las cosas, que quede lo lo que quede y a brindar por ella, que nada esta dicho hasta la última estrella.

jueves, 14 de septiembre de 2023

LOS CAZADORES DE ALMAS

 Hay gente que nace sin alma, no lo saben claro y no habrá quién lo confirme  desde el ámbito de la ciencia.

Esta anomalía se irá manifestando desde la cuna, y ese vacío se alimentará con leche tibia del seno materno, consumida en forma voraz y demandante.

Crecerá siempre con sed y con hambre, porque ese ser carente de alma, nunca se sentirá satisfecho.

La gente sin alma, no vive, dura, no da, no puede dar, solo se queda en guardia a la espera  de

lo que recibe.

Que por cierto siempre juzgará como poco o nada.

Se protegerá  de todo y de todos, porque sin alma, no tendrá donde parapetarse, para saltar o para arriesgar.

Son seres que pasan invisibles ante los ojos y el olfato animal, porque ellos son tan perceptivos, 

que no logran detectarlos.

 La gente sin alma, se nutre de almas ajenas, las consume, las quema, se las traga como el fuego a la madera.

Cuando te topas con alguien sin alma, te lleva de a poco a su propio vacío, te invita a corromper,

tu alma comprometida, te arrastra con malicia y astucia a un pantano, del que no te ayudará a salir.

A veces se camuflan de buena gente, con la lagrima de cocodrilo oportuna y fugaz y la cuota justa de desmemoria e ingenuidad, para causar el efecto a medida de lástima y piedad.

Hay que tener cuidado, porque son coleccionistas de almas, te la roban, te la rompen, y como el alma no se puede implantar, la dejarán tirada, y saldrán una vez más a cazar.!