sábado, 27 de febrero de 2021

ARLT, EL INVERTOR DE PALABRAS.

 

De la lucidez a la tempestad de los cuerdos que se resisten a serlo.

Transitaste una corta existencia, esa que decías saber, que no era

locura, si no exceso de vida.

Adelantado a un tiempo que devorabas y expelías, inventando a

cada paso una forma cúbica de ver las cosas, desde ángulos simétricos

y desconocidos para la mayoría de los hombres, esos que deambulan

como juguetes rotos, esos seres dementes, que sufren cuando son

felices, por miedo a perder la felicidad.

Podías ver eso y podías masticar tus propias palabras y dar cátedra

cuando decías en tu prosa, -no mire usted lo que hagan los demás,

no se le importe un pepino de lo que opine el prójimo, sea usted mismo,

sobre todas las cosas, sobre el bien y el mal, sobre el dolor y sobre el

placer, sobre la vida y la muerte. Usted y usted nada más y será fuerte

como un demonio.-

Como podrían no marcarme esas palabras, que son mi mantra de vida,

haciéndome ver que viviste y moriste con el corazón abierto, porque no

te mato un paro cardíaco, te revivió en un exceso de vida, para que

trasciendas más allá de las almas dormidas, estúpidas e insípidas, porque

se te tatuó la ingenia sabiduría en las pupilas, de lo intangible para la

mirada que camina a cuerda y marchas forzadas.

Porque viviste muerto de presente, viniendo de un futuro inexplorado,

y esa era la verdad y sin embargo tenías la consciencia para tolerar,

saludar y sonreír, porque como decías así es la vida y porque podías ver

que en el corazón de cada uno de nosotros, hay una longitud de destino,

UNA LONGITUD DE DESTINO...que maravillosa definición Roberto,

tan inmenso como para proyectar las cosas que de verdad importan,

el amor, la piedad, la gratitud a la vida y al mundo que te gravitaba.

A veces cuando tus frases aparecen y se me insertan como un puñal

de trozos de espejos rotos, veo como en un prisma, la desfragmentación

de tus ideas tan desbordadas de inspiración tan apasionadas y complejas,

que los reflejos de mi propia alma se desarman y se juntan como en un

calidoscopio, y creo estar segura que nos conocimos en otra vida, y que

los locos no fueron siete, por suerte, éramos más y seguimos gravitando.


miércoles, 24 de febrero de 2021

INEXPLICABLEMENTE NOSOTROS.

 

Quizás y solo quizás, aún no se hayan inventado las palabras

para definir como se siente el amor después del amor.

Quizás y solo quizás, todo lo escrito no sea lo real,

o este tan empecinado en serlo, teñido de esa burda magia

murguera, que resulta tan insuficiente para la definición, esa

tan buscada, tan vapuleada e indefensa.

Quizás y solo quizás, nosotros, los dos que fuimos y no pudimos

ser, lo hayamos inventado, y por eso no podemos darle un nombre.

Quizás y solo quizás, nada de lo que nos pasa es de este mundo,

tan lineal, tan lleno de códigos vacíos e imperfectos, plagados de

lugares comunes, de gente atormentada, abrumada por la desesperada

necesidad de encontrarle un sentido a cada cosa, cuando ya descubrimos

que nada la tiene, sin embargo, el sentir sin buscar un porque lo contiene

todo. Quizás y solo quizás, ese abrazo que nos dimos al despedirnos

para siempre, fue solo el comienzo, el principio sin final de una historia

jamás contada.

Quizás y solo quizás, necesitamos que toda el agua del río y el mar,

bramara enardecida gritando nuestros nombres y nos volviera a juntar

en ese abrazo desbordado, enloquecido mudo de gritos y latidos.

Quizás y solo quizás, nos hizo falta transitar dos vidas, para fundirnos

uno dentro de otro y perdonarnos, aún sabiendo que el destino no lo hará,

no habrá redención para dos amantes que se aman, y que vendrán días

y más días que se empecinen y se ensañen en mostrarnos un camino,

donde respirar en paz, sea el olvido.

Quizás y solo quizás, encontremos una forma, un lugar, un páramo en

el desierto, donde vos y yo inventemos palabras y no claudiquemos,

que el cielo alguna vez nos sea concedido y que tengamos el valor de

no abandonarnos nunca más, aunque ni nosotros podamos entenderlo,

ni nombrarlo, que solo importe lo vivido y lo que está por vivir, hasta

que nos volvamos a abrasar.




lunes, 1 de febrero de 2021

OSCUROS DESTELLOS.

 

Nunca estuve tan pérdida, tan distraída.

Nunca estuve tan ausentemente presente

ni tan atenta e inconsciente, los días se me

escurren de las manos, quiero todo, atraparlos

anhelarlos, tragarlos, devolverlos y devorarlos.

Quiero asomarme, entrar, cavar y llegar al fondo

quedándome solo en la superficie.

Nunca estuve tan rota, tan diezmada, tan absurda,

simple y complicada, tan entera en mis pedazos

que se yerguen como lazos, que atan y desatan,

me reviven y me matan.

Nunca tuve tanto miedo, tanto

pánico, mezcla de adrenalina, laxitud e ignorante

sabiduría.

Siento que sería capaz de saltar en paracaídas, con

la certeza de que no se abrirá y así y todo caería de

pie en suelo firme.

Nunca antes experimenté como el aire entra y sale

de mis pulmones, con una nitidez tan genuina de

saber que eso me mantiene viva.

Las imágenes se me van revelando como fantasmas

que toman forma, ya puedo hablar con los muertos

o los que están por nacer.

Escucho como me susurra el viento mientras el sol

se cuela por mis tendones.

Nunca me importó todo tan poco, sabiendo al mismo

tiempo lo mucho que me importan pocas cosas

Vivir así en una burbuja, que se va pinchando mientras

camino y quedarme quieta en el momento justo, para

que no ceda, para que se ajuste a mi respiración.

Nunca me fue tan ajena la indolencia, que no tiene

remedio ni coherencia.

Y sin embargo, la intuición se acelera, la mirada se

agudiza, puedo sentir el golpe de la caída libre, aún

sin moverme, y divago entre hacer y decir y me pierdo

en sensaciones, en percepciones, en palabras que

aparecen como duendes poseídos.

Nunca quise tanto estar viva, sin que me importe mi

propia muerte. Solo la ajena que me pertenece, sin

poner en otras manos, mi magro destino, y solo

abandonarme a ser dueña de cada paso fallido.

Nunca estuve tan aterrorizada, tan eléctricamente paralizada

en el instante presente, como para saber que es saltar al

abismo y que nadie me lo cuente.

En esta débil línea que me encuentro, en la dicotomía del

amor que si no muere, mata, que vuelve del pasado y late

en presente, en esa disyuntiva de perderlo todo o apostar

deliberadamente lo poco que queda, sin encontrar el

equilibrio, que nunca tuve y nunca busque, voy eyectada con

esa necia seguridad, de que ya no quiero aferrarme a lo perdido.

Nunca lo pensé así, pero ahora sé que puedo intentar volar

hasta conseguirlo.