sábado, 2 de julio de 2022



A NUESTRO QUERIDO JONATHAN. in memorian
3ra. edición








Todo está guardado en la memoria.
Reedición y adaptación del relato (Amigos son los amigos, del libro Agua en Marte)



La ultima vez que pase un día del amigo en Buenos Aires, fue hace 20 años, lo escribo y me recorre un frio helado por todo el cuerpo, aunque la temperatura ambiente debe ser en estos momentos de unos 32 grados, y también fue la última vez que
que me puse un pullover de cuello alto en julio, Mis nietos no existían , y mi hijo mayor , hacia ya unos meses que estaba en España, el cuadro digno de un cuento de Dickens se completaba con mi perro Jonathan, un salchicha hinchapelotas que se había quedado paralitico 4
años antes, pero como era un digno integrante de nuestra desmesurada familia, no se rendía con facilidad, y andaba como loco con sus dos patas  delanteras y hasta se animaba con las escaleras si intentábamos dejarlo arriba  o abajo sin su consentimiento. Pero esa semana de julio, no empezó bien tenia la mirada perdida, se pasaba horas mirando la puerta de entrada y únicamente agudizaba sus sentidos o levantaba las orejas cuando veía encenderse la luz  del pasillo en los horarios que solía llegar mi hijo mayor  a casa, a quién extrañaba horrores.. Casi no comía y nos miraba (a mi hijo menor y a mí) con una tristeza enorme, tenia los ojos como empañados y una expresión de cansancio que nos partía el alma, yo solía decirle- No das más no? ..
EL  20 de Julio, el día del amigo, envuelto en gruesas frazadas y con las estufas al ladito dijo Basta, le faltaban 9 días para cumplir 14 años y todo ese tiempo había sido nuestro y nos había manejado a su antojo. Era un perro piola, jodido, tenia carácter y estaba tan loco como nosotros, era calentón, celoso, pajero, no obedecía ordenes de ningún tipo, hacía sus necesidades en cualquier parte, menos en la calle obviamente,
Ó sea , un fenómeno. Ese día era el final de muchas cosas, pero yo no lo sabia, tampoco
lo sabia mi amiga del alma,  que  sabiendo que toda mi atención estaba puesta en él y no habría oportunidad de copetear a gusto, (como en otros tiempos, cuando nos metíamos en el restó, Parrilla Rosa y salíamos tambaleando los tacos por el empedrado de Recoleta, mareadas
de sangría y parando cada media cuadra porque era imposible caminar dobladas de risa) decía, quiso darme una sorpresa pasando por la oficina, pero no pudo ser,  yo ya estaba en casa, con el pobre salchichón que agonizaba sin remedio.  Esa noche, cuando se relajo y se dejo llevar ya exhausto , lo hizo entre amigos y fueron ellos los que los que tomaron las riendas cuando nosotros no reaccionábamos y así llegamos a la medianoche a mi casa natal,  para enterrar a nuestro querido Jhoni, bajo la añosa higuera de mi infancia.
Al día siguiente ya no éramos los mismos, nunca más seriamos los mismos , no hubo revancha, unos meses después estábamos en España empezando de Cero, como muchas otras veces, pero lejos muy lejos de nuestros amigos.

Mi parte del trato.

 

No quiero volverme masa.

No quiero ser inducida en mis pensamientos.

Transito la última parte de una vida intensa e interesante.

Creo que hay cosas que no podemos ver, pero suceden.

Veo cosas que suceden que no se pueden demostrar.

No me interesa pertenecer a ningún sector ni bando.

Nadie me convence de nada, solo que a veces,

no discuto más, me reservo el sagrado derecho de callar a tiempo.

No tengo ninguna certeza, ni una sola, todo es cuestionable.

Disfruto de mi tiempo de soledad , y de los ratos en

compañía inundados de bullicio y  confusión

No me adapto nunca, aunque todos los días repita una amarga

rutina, siempre me tira de sisa o me queda ancho de mangas.

Como con culpa voraz, me emborracho sola, para evitar ese

ridículo tan temido de los que me rodean.

Leo todo lo que quiero y puedo, en bares, trenes, aviones

y en cada hueco que se presenta.

Miro series de un tirón, a la hora que se me da la gana.

El cine siempre, el cine de apuro, el cine sin preámbulos.

El teatro, cuando se puede, cuando la isla huele a Rio

de la Plata y las orillas me mojan el alma.

Lo que no quiero es volverme piedra, volverme masa, que

quieran moldearme, les digo que sí, les muestro la hilacha.

Pero no, no me convencen de nada. Porque nací pobre me pongo

siempre al lado del que menos tiene,

porque mis antecesores no tuvieron opción y yo tampoco,

estoy del lado de los que migran.

Porque tengo hijos y se que podrían ser víctimas de violencia, pero

también podrían ejercerla, me pongo en la piel de tantos padres,

sin falsa demagogia, siendo imposible no culpar, como pedir

clemencia, según el lugar que nos toque.

Nada me es ajeno, lo que pasa hoy no lo olvido mañana.

Todo esta ahí, aunque no haya internet que lo pueda comprobar.

La cáscara que dejamos ver en redes, la exposición malsana

a la que nos acostumbramos, quedando desnudos, maltrechos

y frágiles, me ha atrapado como a todos, lo que no podrán

hacer conmigo es que me vuelva masa. Es que no piense

de otra forma, mi mente no se negocia, no se vende, solo

la alquilo por un tiempo corto, cuando no queda otra o lo que

esta en juego es importante para mí, entonces, actúo en mi propia defensa,

que me autoriza a quedarme callada, a no decir nada que

pueda incriminarme, porque a veces, en estos casos,

cualquier cosa que diga puede ser usada en mi contra.