martes, 19 de enero de 2021

OLIVERIO EN PLENO VUELO.

 

En la alta noche, podríamos gravitar rotando, cruzando

puertas en busca del puro no, de la aparición urbana

porque todo es un mito, y ella, porque me cree su perro, mientras

viaja en tranvía leyendo 20 cuentos y busca entre mis piernas

los caminos perdidos que se encuentran bajo el follaje del

llanto de la tierra, y no, no busca amor, si no, un complemento

de materia, de libido edén de infierno. Y yo solo busco en ese

desesperado encuentro, de palabras inconexas, truncas y dolidas

un solo trozo poroso de realidad ineludible. Siempre atravesado

por una daga invisible, respiro Buenos Aires, como respiro a una

mujer, mi mujer, mi musa, una erótica materia, un paraíso hecho

carne, una perdis a la crema. Y mis piernas ya no responden, y me

enojo con ellas, voy perdiendo el humor y el ardor que he sentido

por ella. Me ahogo en islas solo de sangre, porque de sexo estoy

muerto y me trasmuta el hambre visceral de ella, el puro no de una

vida contrahecha, atormentada. Recién entonces salgo al jardín,

y la veo ahí volando, por encima del sauce y entonces sé que

soy perfectamente capaz, de soportarle todo, su aliento, su

larga nariz y su cutis a veces de papel de lija, nada me importa

todo se lo perdono a María Luisa, porque no me importan ni sus

pechos a veces como magnolias y otras como pasas de higo,

lo que me enamoro de ella, es que desde el amanecer volaba

del dormitorio a la cocina, como una delicada pluma, y me

hacia volar con ella hasta el sauce del jardín a ver el paraíso.

Porque todo, todo se lo perdono a una mujer, todo, menos que no

sepa volar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

la que modera los comentarios es rubia, sabrán entender, ustedes tranquilos, comenten sin miedo, eso de la moderación es puro cuento, porque además de rubia es ARGENTINA.