lunes, 14 de marzo de 2011

TEATRON

SIN ANIMO DE CRITICAR

Por FERNANDO DANERI- post. KM. 14-03-2011

Sigue siendo el teatro el lugar al que últimamente me gusta ir, dejo mi experiencia como espectador y otras cosas que me inspiran las obras que ví, no es una crítica, ni en el sentido positivo ni en el negativo porque básicamente creo que la idea de hacer una crítica ya no sirve ni representa nada. No sé qué es una crítica o qué pretende ser, bah. Les dejo un tema musical también que tiene que ver con las cuestiones abordadas, cantado por Dinah Washington en un mix con música de alguien contemporáneo cuyo nombre no recuerdo, me hubiera gustado también mandarles Pasajeros, del grupo Las pelotas pero no dan las facilidades que me otorga hotmail, si no lo conocen bajenselón que es una canción hermosa y tiene mucho que ver.  Haz noches .-



Melancolí …
Ayer sábado a las ocho y minutos de la noche vi Todo, la obra que Rafael Spregelburd ha puesto en el Beckett Teatro. El sábado anterior a las once y minutos de la noche había visto Paciente jabalí, la obra que Bernardo Cappa ha puesto en El Camarín de las Musas. Las dos noches fui solo, me tomé el 92 en Pedernera y Rivadavia y en un radio de unas 5 cuadras fui a uno y luego al otro. Sábado y sábado caminando las noches.
Esa zona, la del barrio del Abasto, se ha vuelto teatrera desde hace algunos cuantos años, paradoja o quizás reacción subterránea, ha crecido y sigue creciendo desde el noventismo menemántico, la Era del Shoping (está la del hielo, la del oro, y la que no era. Já). Fui solo porque últimamente prefiero estar solo-solo que solo-congente, no siempre pero casi y porque además a partir de haberme alejado de los talleres teatrales o cinéfilos y de que mis amigos de aquellos años se han casado y cansado (por separado o juntando ambas) ya no hay mucho por compartir. Quién sabe nunca lo hubo, nunca lo hay en verdad o es el serrucho del tiempo. Sé que yó.
El caso es que esta suerte de postmelancolía me lleva cada vez más hacia el teatro, al llamado teatro independiente que a esta altura mucho de ello no tiene pero por otro lado sí. Cómo? Sí porque nada que no se proponga como artículo de venta, como medio de venta, de kiosquito masivo, puede tomarse como comercial, material, a pesar de contar con subsidios y bancas exteriores, no necesita demasiado del dinero y esa es una ventaja enorme, así no deja de plantearse o preguntarse por cuestiones de la vida, humanísticas que ya casi nadie trata en términos artísticos y que en el caso de los filósofos o intelectuales que podemos llegar a contactar sin demasiado esfuerzo tampoco son planteadas. La última discusión intelectual pública a partir de la carta que Horacio González enviara a los organizadores de la Feria del Libro solicitando que no fuera Mario Vargas Llosa quien la inaugure lo demuestra. De Vargas y sus ratones ni vale la pena hablar y quizás eso es lo que uno hubiera esperado de los que están del otro lado pero no, se ha instalado una puja distributiva de la palabra y de lo público, de la figuración y permanencia en los medios masivos y en menor medida en los menores (Já. Bis) como si de eso se tratara. Y no, al menos para mí. Si usamos y deseamos los mismos medios somos lo mismo aunque creamos estar del otro lado. Alguna vez escribí No hay un torturador de izquierda y uno de derecha (utilice la clasificación que quiera), sólo hay torturadores, todos, cualquiera, despreciables y recordatorios de la miseria humana.
Ahí vuelvo. Entonces al espectar estas obras me encuentro con la grata sorpresa de que todavía hay gente que tiene espacio material y espiritual (se puede decir espiritual o es muy antiguo) para plantearse preguntas humanas, dudas, certezas. Qué sencillo, no? Parece pero no es así, tanto que ambas obras exploran en formas y lenguas distintas, o al menos lo intentan, porque está todo dicho, se entiende, en las lenguas que conocemos ya está todo dicho y nada nuevo puede decirse sino es a partir de una lengua nueva.
A pesar de ser obras claramente distintas en ambas la melancolía quizás sea el único motor visible, melancolía postmaterialista por la certeza de que en la guita no hay nada, en una, la de Cappa, se plantea la creación de un hospital para lavar dinero en la de Spregelburd se juega reiteradamente con la quema de billetes de 100, 2, y si hubiera, de 5000 pesos. También está en cuestión la cuestión (tri) de la fama, de ser público, otra forma material, aquello que a muchos nos afecta por estos días, es decir, presenciar atónitos como la familia o los amigos pueden poner en riesgo un vínculo tanto por una ilusión famósica como por 2 mangos, donde 2, ya no es una metáfora sino una dolorosa realidad. La consecuencia obvia es plantearse qué es la familia, qué son los amigos y finalmente qué es Todo. Nada.
Melancolí. Anoche me apareció esa palabra afrancesada, quizás porque parte de la esperanza de lo nuevo en los 70 venía de escritores, del cine y del mayo franceses. También de Favio y de Jauretche, guarda, de Borges, de Buñuel, de Hendrix y Piazzola. Y entonces cuando pienso en la obra que plantean estos muchachos, Cappa y Spregelburd, en su melancolía postmaterialista, me digo Qué les dejamos, les dejamos algo, algo porseguir y luego pienso, también, que finalmente no es mucho el tiempo que nos separa, ellos andan por los 40, yo y tantos más por los 50, claro que yo y tantos más a los 14, 15 años, estábamos gritando consignas en la Plaza de Mayo y ellos recién empezarían a preguntarse dónde estaban o qué es ser un niño.
Todo es mucho y entonces es inevitable terminar en la melanco y Paciente jabalí y Pezones mariposa, las dos obras de Cappa, comienzan con P, comienzan donde todo termina, en uno. Já! Fort. Hay algo más humano que el juego, algo más humano que proponerse a total conciencia ser otro? Por eso el teatro hoy me parece el mejor lugar, lo digo con cierto pesar por que soy un enfermo fan del cine, un cineasta (hasta cuándo) pero lamentablemente el dinero lo ha llevado casi a la nada, a no expresar nada, nuevo.
El sábado pasado fuimos a un bar después de Paciente Jabalí, el de la esquina de Guardia Vieja y Billinghurst (no pidan medialunas) y al bajar del auto le comenté a Lorenzo cómo había crecido teatralmente la zona y vimos a unos metros un lugar que parecía una sala o algo así. Pasó. Resultó ser el Beckett Teatro, donde ayer vi Todo. Continuidades. Como podría con total arbitrariedad decir que en la escena final de la obra de Bernardo Cappa en la que los actores se sientan en fila frente al público, se sientan como otro público para ver la proyección de un film, lo que están viendo en pantalla es el final de la obra de Rafael Spregeldburg, en la que Rafael, como actor y Andrea Garrote, lloran y se acarician amorosamente.
Hay que dejar algo, tiene sentido, o el sentido (el sentir) está en cada instante, en cada experiencia que nos toca o elegimos vivir?
Se acabó

1 comentario:

  1. nada es casualidad, bahh me parece a mí, porque que vos plantees cosas como el no valor de la guita, el buscar lo espiritual dentro de este gran universo que es el teatro, marca esta era que no es de hielo ni de metal, es una era material sin material, grandes hubo siempre, los hay ahora, cada vez más ahogados, más escondidos, más golpeados..los terremotos, los maremotos nos despiertan de un tiempo donde pasamos de ser automatas asustados para ser automatas observadores.
    Buena Fer la no critica...

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la que modera los comentarios es rubia, sabrán entender, ustedes tranquilos, comenten sin miedo, eso de la moderación es puro cuento, porque además de rubia es ARGENTINA.