lunes, 17 de mayo de 2021

SABER DECIR ADIOS, ES CRECER.

 

Desmantelar, quizás sea la palabra más dura y lúcida, para expresar lo

que siente el alma, cuando llega ese instante maldito, de deshacer lo amado

habiendo pasado por el duelo lento de saber que llegaría el momento y que

no podemos oponer resistencia a un final anunciado, porque cuando adoramos

ese raído e impecable mantel, con olor a limpio, que cubrió nuestro ánimo

y lo colmo de pasión , de copas servidas de agua o de vino, de ecos

borrachos mareados de gozo, es lo último que queremos levantar, porque

lo previo es quitar todo lo que tiene encima, y cuando lo hacemos,     

se nos vuela una paloma herida que huye despavorida hacia los rincones,

donde todavía suenan hilos de canciones y se posa en esas tablas mágicas, 

 en las que las  manos de un padre trabajaron con devoción para darles vida.

Se escapan por las rendijas como un cálido aliento de leche materna, los

silencios rendidos ante el artista y el estallido impúdico de un aplauso cerrado,

que deja en el aire un aroma a sexo recién calentado. Entonces las piernas tiemblan

y los ojos se llenan de agua bendita. Lo último que nos queda es el mantel. Ese

donde se posaron las manos y chocaron miles de vasos marcados de huellas

imborrables, porque los espacios cobran vida, cuando todos respiramos al unísono

y son únicos y universales cuando se ven con la misma belleza a la luz del día,

que en las noches de luces tenues y vahos de humo, que no se rompen en prisma

cuando los focos se apagan, es lo que tienen los lugares angelados, no necesitan

disfraces.

Cuando desmantelamos un amor que nos hizo tanto bien, mutuo, intangible, generoso

no sabemos que hacer con ese mantel con tantos rastros de besos húmedos impregnados,

que fue nuestro centro visceral.

Solo nos queda atesorarlo y esperar que en algún lugar del mundo

lo volvamos a recuperar, y dar gracias por cada segundo de adrenalina, de euforia,

de plenitud estelar, de talento furioso y entrega sin límites.

Hasta siempre UNI amado, el mantel quedará intacto, para siempre bien guardado,

como se guarda en el pecho, todo lo que amamos.



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