domingo, 14 de enero de 2024

Yendo al encuentro.

 Me voy a ir despacio, me voy a sacar los zapatos para que no se oigan mis pasos cuando me este yendo.

Para que el eco de la suela en el mosaico se diluya, como una gota de rocío en un estanque.

Me voy a ir sin avisar, porque cuando uno avisa, está esperando de algún modo que lo detengan, que le digan cuántas buenas razones tiene para quedarse y reclamar unos te quiero a destiempo, que ya no importan, porque el ruido que precedió  al silencio descalzo, los eclipsó.

Me voy a ir de esos lugares ausentes de mí, donde imploré que me acepten y descarté toda forma de no adaptarme.

Me voy a ir , porque la única opción de despedirme de quién no puede ni quiere entregarse, es sin palabras, sin vivir la despedida, porque si el otro no quiere despedirse, es porque nunca estuvo preparado para quedarse.

Hay que saber irse, dicen, de aquellos lugares donde ya no nos quieren, o nos quieren mal, y saber quedarse donde aún sin ruidos y sin estridencias, nos esperan, y que no nos necesiten para nada, pero nos quieran para todo.

Voy a ir desapareciendo en puntas de pie y conteniendo el aliento, hasta que sea imprescindible respirar,

haciendo equilibrios con los zapatos en una mano y buscando apoyo en una imaginaria pared con la otra y si es necesario, saldré en cuatros patas, con la cabeza gacha, y cuando pueda ver que estoy a salvo, respiraré a boconadas el aire que percibo, levantaré la cabeza y la mirada, me pondré los zapatos y ya no me asiré a imaginarias paredes. 

Será mejor llegar tambaleante al lugar indicado, donde no dudo, habrá manos generosas que querrán sostenerme , que permanecer silenciosa esperando que, quién no me busca, pueda encontrarme.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

la que modera los comentarios es rubia, sabrán entender, ustedes tranquilos, comenten sin miedo, eso de la moderación es puro cuento, porque además de rubia es ARGENTINA.